lunes, 30 de junio de 2014

Capítulo 27.- Un confesor, un error, una testigo y un animal herido.

[Kim baja la mirada, ríe por lo bajo tímidamente y sacude la cabeza. Después vuelve a mirarle, se encoge de hombros y suspira. -Y lo seguiré haciendo, Brian...-  Baja la mirada de nuevo y tras hacerle un leve gesto con la cabeza a modo de despedida, se encamina hacia la entrada del motel. Cuando entra lo hace dejando la puerta abierta, caminando sigilosamente hacia su habitación para no despertar a los huéspedes que ahora duermen tras las puertas que hay a ambos lados del pasillo-]

Gates suspira profundamente siguiéndola con la mirada, y cuando desaparece echa a andar hacia la puerta. Igual no debería seguirle el juego a la chica de pelo rojo, pero lo encuentra divertido. De cualquier manera, ponerla un poco más nerviosa no debería traerle problemas. No puede traerle más problemas de los que ya tiene. Camina en silencio por los pasillos, sube una fila de escaleras y tras avanzar algunos metros, abre cuidadosamente la puerta de su habitación. Todo está en silencio, en un silencio profundo, y a oscuras. Ana está en la cama, con los ojos cerrados, enredada como un ángel en las sábanas blancas. Se quita la camiseta y la tira dentro de su mochila. Está tan cansado que ni siquiera se quita los vaqueros, y se tira sobre la cama boca arriba. Juraría que Ana no está dormida de verdad, puede jurarlo por la manera de respirar que tiene en ese momento. Sabe que le es difícil dormir después de haber discutido, y que al igual que le ocurre a él, la preocupación no le deja conciliar el sueño…

Tras unos segundos de silencio y tranquilidad, Ana se sienta en la cama y enciende la luz de la mesilla. Le mira seria durante un rato y después suspira, dejando que en sus labios se dibuje una sonrisa leve, tierna y cansada para después hablar en un susurro. -Perdona por lo de antes, ¿vale...? Me he pasado. No tendría que haberme puesto así...-  Chasquea la lengua. 
-Tienes razón. No tengo ningún motivo para desconfiar de ti y la verdad que en el tema de Kim no dejo de hacerlo... Lo siento, cielo. Lo siento mucho. No te enfades conmigo, ¿sí…?-

Brian se frota la cara con las manos en un gesto de cansancio, y habla mirándola de fijo. Ya no parece hostil, ni distante, ni frío. -No estoy enfadado, Annie, simplemente yo…- Suspira. -Sé lo que ocurre. Entiendo tu comportamiento pero no entiendo por qué lo pagas conmigo. Si Kim hubiera sido un chico y hubiera tenido esa actitud contigo, estoy seguro de que me pasaría el día muy crispado y muy cabreado, pero no tendría nada contra ti.- Se encoge de hombros, estira la mano y le acaricia la cara con ternura. -Mira, hablaré con ella, le explicaré lo que pasa y seguro que lo entenderá y dejará de hacerlo, ¿de acuerdo?-

Ella asiente conforme y suspira, sin borrar la sonrisa ni apartarle la mirada. -Está bien. Haz lo que creas conveniente. No quiero que discutamos más como hemos discutido hoy... No es bueno ni para nosotros ni...- Se lleva una mano a la tripa, que poco a poco empieza a abultar de forma casi imperceptible. -Ni para nuestro hijo.-

Gates sonríe ampliamente, deja un beso tiernísimo sobre su tripa y vuelve a tirarse en la cama. Habla en un susurro, mirándola con ese aire protector de siempre. -Anda, échate aquí conmigo. Nos merecemos descansar después de un día tan largo y tan aburrido como el de hoy...-  La manera en la que Ana ríe, aunque sea durante un mínimo segundo, se le antoja como música para sus oídos. Su chica de ojos verdes apaga la luz y se acurruca junto a él, apoyando la cabeza en su pecho. Gates le besa la frente con ternura antes de cerrar los ojos, sujetándola contra él. Por suerte hoy está todo mucho más silencioso que la noche anterior...-

Pasan unos cuantos segundos hasta que Ana se queda dormida, y como siempre, Brian continúa despierto, con la mirada clavada en el techo, acariciándole el pelo con ternura a su chica, con una media sonrisa apenas perceptible dibujada en sus labios. La mira y suspira. Su largo pelo castaño está ahora expandido por todo su pecho, y algunos mechones caen sobre su cara. Con todo el cuidado del mundo para no despertarla, el chico de ojos oscuros le aparta esos incómodos mechones de pelo de la cara y se los coloca tras la oreja, acariciándole después la mejilla suavemente. Ana suspira profundamente pero no se despierta, y Brian ríe por lo bajo. Baja la mirada hasta la tripa de su chica y su sonrisa se borra poco a poco, pero sus ojos se plagan de un brillo de pura ternura y adoración. La delgada barriga de Annie ha empezado a abultar ligeramente, y ahora puede notarse bastante bien ya que la chica de ojos claros viste una camiseta blanca ajustada. Gates se besa dos dedos y los coloca suavemente sobre la tripa de ella, esbozando una media sonrisa idiota que parece ser imborrable. Las palabras que escuchó hace tan solo unos minutos en boca de Kim no dejan de perseguirle, pero desde luego que no se arrepiente para nada de lo que él le contestó. Lo tiene todo, y a su lado tiene a todos los que quiere. A una chica espléndida y a un hijo que seguro será sano y robusto en camino. ¿Quién podría querer más..?

Y de nuevo se sucede otro día más, igual de monótono que los anteriores. Cada vez están más cerca de California, y como mucho les quedan dos días para llegar a su destino. El viaje de vuelta a casa no está siendo igual para todos. Dean no puede quejarse, ya que en éstos últimos días ha encontrado un entretenimiento de ojos castaños y pelo rojo que le trae de cabeza. Incluso podría decirse que no tiene ganas de volver a casa, ya que ha encontrado muchas más emociones y aventuras en la carretera, durante ésta semana que han pasado fuera. Matt tampoco puede quejarse. Ha conseguido que después de todo, su coche viejo aguante todo el trayecto, y además no está teniendo que conducirlo porque Dean se ofrece siempre. Las noches en los moteles y los días en la carretera le parecen de lo más divertidos y entretenidos, tanto que no le está dando tiempo a echar de menos su vida normal, en la que no ligaba con todas las camareras y conductoras que se cruzaban delante de sus ojos verdes. Parece estar dejando un poco al lado todo ese comportamiento responsable frente a Brian, como si por un tiempo el “hermano mayor” que lleva dentro se hubiera tomado unas vacaciones. 
Gates, por su parte, está pasando éstos últimos días bastante asediado. Sabe que Ana, aunque trata de aparentar estar cómoda, no está nada conforme con la situación actual, y no es para menos. Kim se ha desatado, y a espaldas de Ana, en cuanto se quedan solos, aprovecha para recordarle las muchas ganas que tiene de que tenga un desliz con ella, un desliz muy sucio. Durante uno de los últimos días, en una noche en la que Brian se fumaba el último cigarro del día en el parking de otro motel antes de subirse a la habitación con su chica, Kim apareció y trató de engatusarlo de maneras poco cristianas para que entrara en el coche con ella. Delante de Ana jamás pronuncia una palabra hacia él, pero esa manera de comérselo con la mirada de la forma más calenturienta posible no ha cesado un solo día. Gates incluso habló con ella, le pidió que si no iba a parar de intentar imposibles, al menos controlara las miraditas delante de Annie, pero ella hizo caso omiso y se lo tomó como un juego más. Kim sigue usando esa careta de niña buena delante de todos, pero Dean ya ha quedado claro que la fierecilla de pelo rojo tiene poco de inocente. Ella ya no tiene tanta urgencia por llegar a San Francisco. Ahora su nuevo entretenimiento es el chico de pelo negro azabache, que se le antoja como un demonio incitante de ojos oscuros. El hecho de intentar hacerse con él es como una meta para Kim, y el peligro que sabe que entraña ese intento solo lo hace más divertido y mucho más interesante. 
En su cabeza aún de adolescente caprichosa a veces le da por imaginarse que está sola con él en el coche, y que le desabrocha el cinturón y le despierta sentándose sobre él y mordiéndole la boca. Lo cierto es que se pasa los viajes enteros rezando porque nadie pueda leerle la mente, con la mirada en la ventanilla, los brazos cruzados y una sonrisa imperceptible de pura lujuria. Probablemente hasta el mismo Brian se sorprendería por lo que hay en los pensamientos de una chica tan joven como ella. Annie, por su parte, no quiere otra cosa que llegar a casa, quitarse de encima a esa niñata molesta e impertinente y empezar una nueva vida con Brian, atar cabos con su pequeña y rota familia y tratar de explicarles toda la verdad de la manera más cuerda posible. Su madre siempre fue un cielo con ella, siempre quiso que fuera feliz, y para ella Brian ahora es su felicidad. Su madre debería entenderlo, y quizás la convenza para que no le diga a Charlie dónde vive ella ahora, ni con quién. Brian no ha dejado de ser como siempre con ella, pero su carácter inseguro la está haciendo pensar que Kim solo está minando su relación con él, y ahora sabe que ya no puede hablar de ese tema con Gates para no quedar como una paranoica, y sabe que necesita a un nuevo confesor. Necesita hablar con alguien…

El día dentro del coche no se alarga más de lo normal. A eso de las diez de la noche los chicos deciden parar en un restaurante situado al pie de la carretera, unido a un pequeño albergue. Cenan entre risas, entre charlas animadas y entre sonrisas de pura confianza y comodidad a pesar de las hostilidades obvias. Cuando por fin terminan, cada uno se retira a su cuarto a descansar. Mañana será, con suerte, el último día que se pasen en la carretera, y la verdad es que muchos no ven la hora de llegar a casa y tumbarse en sus tan añoradas camas. Las habitaciones se reparten como llevaban haciéndolo desde que salieron de Texas: Brian y Ana duermen en una y Kim, Dean y Matt duermen en otra, aunque estos dos primeros suelen dormir juntos bastante a menudo. Cuando entran en el cuarto, tanto Brian como Annie se pegan una ducha larga con el agua templada para relajarse antes de dormir, pero si Brian se ha relajado, Ana ha obtenido el efecto contrario. Se ha pasado el día pensando en Kim y en la forma en la que devora a su chico con la mirada, y aunque sabe que no está bien que desconfíe de Brian a estas alturas, a veces siente que no puede evitarlo. Una gran presión le oprime el pecho. Una presión que apenas la deja respirar. Está asustada, angustiada y muy preocupada. Pero sobre todo angustiada. Está agobiada consigo misma y se siente atrapada. Siente que necesita a alguien a quien contarle sus problemas con Brian, pero simplemente se le antoja imposible el hecho de acercarse a alguien que esté dispuesto a escucharla y contarle que sospecha de que su chico le sea infiel con la nueva polizona que se unió a su aventura hace menos de una semana. Kim parece haber caído muy bien a los chicos, y nadie más tiene problemas con ella. Ahora, Ana está sentada en el borde de la cama de espaldas a Brian y éste le da la espalda también a ella, parado frente a la ventana mientras se desabrocha los pantalones, dispuesto a quedarse en calzoncillos para dormir. La chica de ojos claros habla en un susurro angustioso mientras se levanta, sin siquiera girarse al hablar. 
-Voy a... voy a salir a tomar el aire. Estoy... estoy un poco agobiada. Ya sabes, cosas del embarazo...- Suspira profundamente y sale de la habitación, cerrando tras de sí. Gates se queda con la mirada en la puerta unos segundos y sacude la cabeza, frunciendo el ceño bastante confuso. La verdad es que su chica lleva todo el día bastante rara, pero cuando le preguntó qué tal se encontraba ella le dijo que estaba bien, que simplemente no estaba teniendo un buen día por todo eso de las primeras semanas de embarazo. 

Cuando Annie llega al piso de abajo, atraviesa el pasillo y sale al exterior, un escalofrío recorre su cuerpo, haciendo que el vello de sus finos brazos se ponga de punta. Hace bastante que abandonaron el estado de Texas, y las noches cálidas de este quedaron atrás. Ahora las noches son cada vez más frías y pese a que la chica de ojos claros lleva puesta una sudadera y unos pantalones cortos de pijama, no parece quedarse muy libre de la traicionera brisa nocturna que ha empezado a soplar cuando el reloj que lleva en la muñeca dio las doce de la noche. De pronto alguien se aclara la garganta detrás de ella y cuando se gira puede ver a Matt sentado en uno de los solitarios bancos que hay situados a la salida del motel. Está solo, con la mirada clavada en el suelo y las manos metidas en los bolsillos de su sudadera negra. Ana fuerza una leve sonrisa, suspira y camina hacia el banco, sentándose a su lado y hablando en un susurro mientras le mira con curiosidad. -¿Qué haces aquí…? Deberías estar durmiendo…-

El chico de ojos verdes suspira sonoramente y habla con una de sus sonrisas cargadas de buen humor, aunque ésta vez parece más resignado que otra cosa, vestido con unos vaqueros oscuros, unas deportivas y una sudadera negra. -Debería, pero… Dean y Kim estaban empezando a ponerse tontos otra vez, y no quería pasarme el rato viendo cómo se comían la boca y Dios sabe qué cosas más.-  Ríe por lo bajo mirando al suelo y sacude la cabeza. Lo cierto es que parece cansado.  -Así que bueno, aproveché para darme una vuelta y disfrutar un poco del frío, que ya empezaba a echarlo de menos.-  Clava sus ojos verdes en ella y frunce el ceño, extrañado. -¿Qué haces tú que no estás durmiendo? A ti te hace más falta que a mí, Annie…-

Ana sonríe tristemente, suspira y baja la mirada al suelo, hablando tranquilamente pero dejando que Matt pueda notar angustia, tristeza y preocupación en sus palabras. -Bueno, yo.... Necesitaba salir a tomar un poco el aire... Llevo todo el día entre gente. Llevo todo el día pegada a Brian y quería respirar un poco. Toda esta situación me está machacando, ¿sabes? Una termina agotada después de todo.-  Suspira pesadamente y se lleva una mano a la tripa, hablando sin dejar de sonreír. -Además esta cosita me tiene revuelta hoy...-

Shadows suspira pesadamente segundos después de que Ana haya terminado de hablar. No ha apartado su atenta mirada de ella ni un segundo, y no tiene intenciones de hacerlo. Puede que en su cara haya cansancio, y que haya mucha verdad en sus palabras, pero en su cara ve además tristeza y miles de cosas negativas, y en sus palabras la mayor de las angustias. Siente que no está contando muchas cosas. Se acomoda en el banco, se cruza de brazos y habla en un susurro, sin dejar de mirarla. -¿Está todo bien entre Brian y tú? Hoy te he visto demasiado callada, aunque a decir verdad, no creo que sea con él con quién andas en pie de guerra, Ana…- Chasquea la lengua y habla haciendo gala de ese tono protector y responsable que suele adoptar a veces. -Puedes hablar conmigo de lo que sea, lo sabes…-

Ana chasquea la lengua y resopla, hablando en el mismo tono de voz sin alzar la mirada del suelo, aunque sabe perfectamente que Matt la está mirando. -No sé, Matt. Es… Es por Kim. Bueno, imaginé que lo sabrías. De hecho todos lo saben ya. Incluso ella. Todos sabéis lo enferma que me pone esa tía. No me gusta la forma en la que trata a Brian. No me gusta la forma en la que le habla ni la forma en la que se lo come con los ojos...-  Resopla. -A mí me parece muy bien que Brian tenga amigas. Y yo lo respeto. Yo también tengo amigos. Pero es Kim. Es esa tía en concreto la que no me gusta un pelo...-   Suspira y le mira.  -Hemos discutido varias veces por esto. Siempre le digo a Brian que no me gustan las formas de Kim y él siempre me echa en cara que nunca jamás me ha dado motivos para desconfiar y que no debo estar preocupada… Le juré que no volvería a sacar el tema pero la verdad es que me está destrozando por dentro, Shadz... Siento que necesito sacarlo de una vez, que necesito hablar con alguien, desahogarme, pero también siento que se lo diga a quien se lo diga va a pensar que soy una novia enferma, psicótica y celosa a rabiar, y no es así... Tú lo sabes, me conoces y sabes que yo no soy así...- Entierra la cara entre sus manos tras resoplar de nuevo. -No sé, estoy asustada Matt, muy asustada. Tengo mucho miedo de perderle...-

Pasa un brazo sobre sus hombros y la atrae hacia él en un caluroso gesto protector, mientras sisea como queriendo tranquilizarla. Habla en un tono de voz bajo y pausado que pretende llevarse toda la crispación del cuerpo de Annie. -Mira, lo sé. Kim no está disimulando todo esto precisamente, pero vamos, sé realista, no tiene nada que ganar en esto. Yo solo pienso que es una niña emocionada por la novedad de todo éste viaje, por Brian.-  Chasquea la lengua.  
-¿Qué tiene esa chica que envidiarte a ti?-  Ríe por lo bajo y le pellizca la nariz.  -Mira, Ana, eres la mujer más bonita que hemos visto todos los presentes en éste viaje jamás, y Brian está loco por ti. Si a Gates se le ocurriera acercarse a esa niña, cosa que no hará, no estaría ganando nada. No va a hacer ninguna idiotez, te lo aseguro. Tiene a su lado una chica preciosa que le quiere con locura y que además le está prometiendo el mejor de los futuros juntos. No lo hará.-   Suspira profundamente y baja la mirada.  -Además, quizás Kim ahora solo esté rabiosa porque sabe que no podrá conseguir nada. A los chicos nos pasa lo mismo. Cuando uno cae en la cuenta de que la mujer que cree perfecta para él ya tiene a alguien y le quiere de verdad, puedes hacer dos cosas: O intentarlo más fuerte y negarse a aceptar la realidad, o, como hacemos otros, resignarse, dejar de intentarlo y abandonarse a pensar “qué pudo ser” si lo hubiera intentado antes...-  Sin apartar la mirada del suelo frunce el ceño, y sacude la cabeza repentinamente, como negándose a sí mismo. “Matt, ¿qué haces? Cállate, por el amor de Dios…”. Se aclara la garganta y alza la mirada, pero ahora parece nervioso e incapaz de mirar a Annie, que ahora le mira con curiosidad. Aparta el brazo de su hombro y se rasca la nuca, visiblemente nervioso.  -Lo que quiero decir es que… Es que Kim ahora está… Está intentándolo más fuerte, pero… Pero enseguida va a acabar resignándose.-  Se encoge de hombros, mirando al suelo de nuevo y bajando el tono de voz.  -Además, ya solo le queda un día con nosotros…-

Ana clava su mirada en él y suspira, sonriendo levemente con ternura. Sabe cómo es Matt, y aunque no lleve toda su vida con él, le conoce perfectamente. Detrás de ese disfraz de chico duro, tatuado y gamberro, se esconde todo un hombre. Un hombre maduro, responsable, con la cabeza sobre los hombros y con los pies en la tierra. Sabe lo mal que lo pasó cuando su ex novia le dejó, Brian ha ido contándoselo poco a poco. Nunca ha querido entrar en ese tema porque no quiere traerle malos recuerdos, pero sabe que Sanders sigue destrozado por dentro. ¿Por qué iba a hablar de esa forma si no? Palabras tan sabias solo las dice una persona que ha vivido la situación, y desde luego está segura de que Matt es una de esas personas. Lleva media vida viendo cómo Brian se traía a una chica nueva a casa cada semana, y de seguro más de una vez se ha sentido dejado de lado o simplemente traicionado, ya que todas las chicas solían fijarse en Gates, quien les llenaba la cabeza de ilusiones imposibles y promesas que no cumpliría jamás. La chica de ojos claros suspira, baja la mirada de nuevo y habla en un susurro, enredando con el sobrante de la manga derecha de su sudadera. -Sí, bueno... Tienes razón, Matt. Espero que cuando lleguemos realmente nos deje en paz, porque si se empeña en continuar el viaje con nosotros desde San Francisco no sé lo que haré...-   Ríe por lo bajo con tristeza y le mira de nuevo, hablando en el mismo tono.  -Hablas como si me entendieses perfectamente. Como... como si hubieses vivido esto antes.-

Matt sonríe con aire triste, la mira por unos segundos y luego vuelve a clavar la mirada en sus propias manos, que ahora entrelaza sin poder dejar de sentirse nervioso. Por supuesto. Por supuesto que ha vivido eso antes, pero él no es como Kim. Él ha idolatrado a Ana en silencio desde la primera vez que la vio. Desde aquella primera noche en que la vio por un segundo hablando con Brian en la parte de atrás del Red Dingo, mientras él la engañaba contándole que era un productor musical. Desde entonces se quedó grabada a fuego en su cabeza. No puede negarlo, por supuesto que le gusta, pero ¿a quién no le gustaría lo más parecido a un ángel caído sobre la tierra? No puede guardarle rencor a Brian por estar con ella, ni mucho menos. Su amigo de ojos oscuros simplemente llegó antes, se jugó el cuello por ella y actuó como su perro guardián cuando no tenía necesidad de haberlo hecho, empujado por un amor que no había sentido hasta ese momento. Él no podía hacer otra cosa que resignarse y darse cuenta de que Ana jamás le vería más que como “el amigo de Brian”, o como mucho, “su amigo”. Ya no duele tanto como al principio, se ha acostumbrado, pero quedarse solo con Ana todavía le supone un reto que no se siente capaz de afrontar con normalidad. Habla en un susurro, sin alzar la mirada.  -Bueno, yo… Ya estado en el lugar de Kim. No con los mismos comportamientos, pero he estado ahí. Ya he caído en eso de querer algo que no puedo tener.- Ríe con una tristeza infinita, dejando que sus ojos verdes se alcen al frente de nuevo. -A mí se me pasó, a Kim se le pasará. Y para cuando se le pase, ya la habréis perdido de vista hace tiempo…-

Ana ahora mantiene su mirada clavada en él, aunque Sanders no le corresponde. La chica de ojos claros le mira con curiosidad, frunciendo el ceño ligeramente. Habla en el mismo tono de antes, expectante. -¿Qué... qué te sucedió a ti...?-  Se encoge de hombros. -No sé, es que no me apetece volver a la habitación y...-  Suspira, bajando aún más si cabe el tono de su voz. 
-¿Es por lo de tu ex...? Yo... No quiero meterme, Matt. Si no quieres hablar de ello lo entenderé.-

Matt sacude la cabeza con una sonrisa que parece forzada y amarga. -Qué va, lo de Joan… Eso está más que olvidado. Dicen que es mejor estar solo que mal acompañado, y es muy cierto.-  Se encoge de hombros y suspira.  -Digamos que yo me volqué demasiado en esa relación, en una relación que no llevaba a nada. Ella no me quería, simplemente disfrutaba de las ventajas que le daba el que yo sí la quisiera con locura. Pero eso da igual ahora. Ni siquiera sé qué ha sido de ella, pero no me importa en absoluto…-  Suspira profundamente y la mira, frunciendo el ceño.   -Pero no, toda ésta conversación no tiene que ver con Joan. Yo me volvía a enamorar después de mi relación con ella y…-  Ríe sin ganas y sacude la cabeza. -Y no sirvió de mucho. Ella ya tiene a alguien, y es feliz, y eso es genial. Quizás no te lo creas, y pienses que soy un hipócrita, pero de verdad me alegra verla feliz, igual que me hunde verla triste. Me hace tremendamente feliz que haya encontrado su sitio con alguien especial para ella.-  Matt ha vuelto a quedarse mirando al suelo, y ha perdido la sonrisa. Se hacen unos interminables segundos de silencio, y justo cuando Ana va a preguntar de nuevo, Shadows habla casi en un susurro, diciendo algo que abre los ojos a la chica de pelo castaño y le hace perder casi la respiración. -Brian tiene mucha suerte de estar contigo. De verdad hacéis una pareja muy bonita…-

Ana traga saliva y parpadea un par de veces, tratando de asimilar todo lo que Matt acaba de decirle. Baja la mirada al suelo y se queda estupefacta. El silencio se hace entre los dos durante un par de minutos y es Annie quien lo rompe, hablando en un susurro sin levantar la mirada. -Matt, yo...-  Suspira y sacude la cabeza. -No… No sé qué decirte... Yo...-  Le mira con lástima, suspirando de nuevo. -Eres un tío genial. Un tío que muchísimas mujeres querrían tener a su lado. Y yo... Bueno. Yo no soy lo suficientemente buena para ti, entiéndelo. Aunque no estuviese con Brian yo... Sé que no podría darte lo que te mereces. Tú eres tierno, y simpático, y amable, y responsable. Y yo...-  Sacude la cabeza, esbozando una sonrisa triste.  -Mírame. Soy una chica de veinticuatro años que se ha fugado de casa y se ha quedado embarazada de un chico al que conoce hace menos de un año y con quien engaña a su novio...-

Él suspira con una sonrisa, ahora mirándola con cierta ternura, como si fuera ese hermano mayor que no deja de preocuparse por su gente. -Hay diferentes puntos de vista. Yo creo que eres la mujer más valiente que he visto jamás. Eres una chica de veintiún años que no tuvo miedo a salir de casa y empezar una vida sola en una ciudad que no había pisado jamás, que con ayuda de gente a la que conoció por su propio carisma logró hacerse un hueco en ella y establecerse. Conseguir un trabajo, una casa y buenos amigos no es fácil, Ana, y tampoco permanecer fuerte cuando irrumpe en su vida un hombre que hace todo lo contrario a quererla y cuidar de ella. No creo que lo tuyo haya sido una huida, yo creo que más bien ha sido una escapada por supervivencia, por búsqueda de felicidad y… Y de nuevo has vuelto a demostrar lo valiente que eres.- Suspira y le coloca un mechón de pelo tras la oreja.  -No infravalores ni simplifiques todo lo que llevas hecho hasta ahora, Annie, porque es mucho y tiene mucho mérito. Eres muy joven, y a pesar de ello pareces tener las ideas muy claras, y sé que vas a comerte el mundo con esa sonrisa, y a conseguir todos esos sueños que sé que no has abandonado.-  Le acaricia la cara con ternura y habla frunciendo el ceño con una sonrisa, manteniendo sus ojos verdes clavados en los de ella.  -Deja de preocuparte por ese tema de Brian y Kim. Tu novio sabe lo que tiene junto a él, sabe la suerte que ha tenido y no va a ser tan ingenuo de malgastarla. Ana, eres preciosa, eres perfecta, eres todo a lo que puede aspirar un hombre. No te comas la cabeza, nadie va a hacer ninguna tontería aquí…-

Una sonrisa amplia y tierna se dibuja en los rosados y perfilados labios de Ana. Una sonrisa que es tan grata y tan sincera que incluso se refleja en sus ojos. Suspira profundamente y sin pensárselo dos veces, le abraza con fuerza, enterrando la cara en su hombro y besándoselo después para hablar en su oído en un susurro.  -Muchísimas gracias por todo, Matt. Jamás sabré cómo agradecerte todo esto... De todas formas eres el único que me escucha cuando nadie está dispuesto a hacerlo y...-  Se separa y se le queda mirando a los ojos mientras le acaricia la mejilla con ternura, sin borrar una ahora leve pero dulce sonrisa, y sin alzar el tono de voz. -Eres increíble. Tú sí que eres increíble. Créeme que si no estuviese con Brian no me lo pensaría dos veces a la hora de intentar algo contigo...- Suelta una risotada por lo bajo y sacude la cabeza.  -Ya lo creo que no…-

La respiración del chico de ojos verdes se ha acelerado mientras ella hablaba y se acercaba a él. No puede negar que con las mujeres suele entrarle siempre esa vena de risa nerviosa que a ellas les parece adorable hasta que la confianza la hace desaparecer, pero con Ana no ocurre eso. Siempre le provoca nervios. Y ahora la tiene demasiado cerca, demasiado como parecerle real. Está tan obsesionado con esos labios que apenas ha podido sonreír mientras escuchaba sus palabras. Simplemente no ha podido hacerlo. Algo dentro de él se desata, y no le permite pensar más allá de sus intenciones. Sabe que es de Brian, lo sabe sin ninguna duda, pero ésta vez no puede pararse a sí mismo ni a sus instintos. Le rodea la cintura con un brazo, la trae aún más si cabe contra sí y la besa sobre los labios con una ternura y un calor que no logra explicar para luego dejar que se convierta en un beso en toda regla que dura unos segundos interminables en los que cree estar en el mismo paraíso. Cuando el beso termina, puede ver a Ana mirándole de fijo con sus ojos verdes y felinos, respirando aceleradamente a milímetros de su boca, en un gesto de asombro…

Matt le mantiene la mirada en los ojos pero al verse incapaz, la baja hasta sus labios. Traga saliva y aún con la respiración agitada, justo cuando estaba a punto de hablar para disculparse, Ana rodea su cuello con los brazos y le atrae hacia ella de nuevo, besándole larga, lenta y tiernamente. Está desesperada. Simplemente está machacada. Toda la situación la tiene agotada. Matt la sienta a horcajadas sobre sus rodillas y le acaricia la espalda lentamente mientras se funde en un larguísimo beso con ella. Incluso Ana se sorprende a sí misma al no sentir absolutamente ningún remordimiento de conciencia, aunque a decir verdad no es capaz de pensar en otra cosa. Los labios del chico de ojos verdes se le antojan suaves, carnosos y calientes, y su forma de besar le quitaría el aliento a cualquier mujer. Pese a lo obscena que pueda parecer la situación, no es así en absoluto. Se trata de dos jóvenes que se han dejado llevar. Una a causa de un gran sentimiento de desconfianza y el otro… El otro se ha enamorado hasta las trancas de una chica que sabe jamás será suya.

Kim lleva asomada al balcón desde que empezó la conversación entre los chicos. Dean está en el baño, y acaba de meterse en una ducha de la que tardará en salir. La chica de ojos castaños se tapa una mano con la boca, y lo cierto es que en sus labios ocultos hay una sonrisa cabrona imborrable. 
Con cuidado cruza la estancia, sale de la habitación, cruza el pasillo y llama a la habitación de en frente. Brian tarde unos segundos largos en abrir, pero cuando lo hace, abre la puerta creyendo que es Annie la que llama, y se apoya en el marco de la puerta cuando se da cuenta de que a quien tiene delante es a la pequeña y revoltosa Kim. Va vestido únicamente con esos pantalones negros de raso cuya tela ondea con cada uno de sus imponentes pasos descalzos. Enarca una ceja y suspira con una sonrisa, apoyado donde está y cruzado de brazos. -¿Qué se te ha perdido ésta vez…?-

Kim, haciendo el esfuerzo de su vida por ponerse seria y no esbozar la más amplia de las sonrisas triunfales, habla acelerada, con la respiración agitada a causa de la emoción. -Ven, tengo... Tengo que enseñarte algo y tienes que verlo cuanto antes...-

Gates pone los ojos en blanco y cuando está a punto de volverse para cerrar la puerta, Kim tira de su brazo, lo saca de la habitación y lo mete en la suya. Gates replica pidiéndole que no haga tonterías, pero para su sorpresa la chica de pelo rojo está llevándole hasta el balcón. Le hace pasar delante de ella empujándole por la espalda y lo saca al exterior. Hace frío, bastante, de hecho. Kim susurra un “mira eso” con una sonrisa que a Brian le pone la piel de gallina de puro mal presentimiento. El pequeño diablo de pelo rojo está señalando abajo, a un banco. Lo que ve simplemente le queda sin respiración, sin poder moverse ni reaccionar…

La chica de pelo rojo contempla la escena con una sonrisa de pura satisfacción ahora que Brian está de espaldas, apoyada con los brazos cruzados en el marco de la puerta del balcón. La escena que Gates presencia es escalofriantemente adorable. Ana y Matt están sentados en un banco, juntos, besándose. Ella está sentada sobre las rodillas de él, y el chico de ojos verdes le acaricia el pelo con una sonrisa tierna. Ninguno de los dos se ha percatado de la presencia de Gates, y no parece que vayan a hacerlo. Haner, sin embargo, se ha quedado helado. Siente que la circulación se ha parado dentro de sus venas, y que en cualquier momento dejará de respirar.
Y de nuevo, delante de sus ojos oscurísimos, los chicos que ocupan el banco abajo vuelven a besarse. Siente que mil agujas se le clavan por dentro, y siente como si alguien le hubiera arrancado el corazón de cuajo, lo hubiera tirado al suelo y estuviera bailando con tacones sobre él. Parecen serios, y se besan como si lo necesitaran. Su protegida de ojos verdes tiene rodeado el cuello de Matt con los brazos, y él le acaricia la espalda casi con ternura. No. Simplemente no puede dar crédito a lo que ve. No entiende nada y no entiende por qué lo hacen. Quiere gritar, gritar muy alto, sintiéndose agresivo, violento, eufórico y fuera de sí, pero también tiene unas ganas aplastantes de llorar amargamente y sin parar durante horas. Se aparta del balcón limpiándose lágrimas de pura rabia, y camina hacia la puerta con paso apresurado. Quiere bajar, y va a hacerlo, pero ni siquiera sabe qué va a decirles cuando les tenga delante. Kim camina tras él, ya que desde luego, no quiere perderse lo que está a punto de pasar…

Cuando de pronto la puerta del motel se abre causando un gran estruendo, Ana se quita de encima de Matt de un salto, sobresaltada. El chico de ojos verdes observa con puro pavor a Gates, que se acerca a él con paso apresurado, respirando agitadamente al igual que un animal enjaulado. Annie se apresura a levantarse y trata de interponerse entre Matt y Brian, pero este último la aparta de un empujón, sin apartar su ahora fierísima mirada de los ojos de su amigo. Habla en un susurro cargado de rabia, de ira y del más puro odio, con los ojos entrecerrados y las lágrimas empapando sus mejillas. -Hijo de puta...- Matt resopla y traga saliva, hablando apresuradamente, nervioso y asustado bajo la mirada de Kim, que lo observa todo con una sonrisa triunfal.  -No, tío, no hagas esto. No quieres hacer esto. Estábamos... hablando y la cosa se nos fue de las manos. Óyeme, ella está mal, ¿de acuerdo? Llevaba un tiempo sintiéndose sola, vino a hablar conmigo y yo... Yo me lancé, Brian. Ella no tuvo nada que ver...- 
Ana contempla la escena entre lágrimas y de nuevo se interpone entre los dos chicos, mirando a Brian a los ojos con la cara destrozada, hablando sin dejar de llorar, asustada. -No es lo que parece, te lo aseguro. No pretendíamos acabar así. Se nos fue de las manos, eso es todo... Yo te quiero. Te quiero más que a nada en este mundo y tú lo sabes mejor que nadie. No hagas nada de lo que puedas arrepentirte, por favor...-

Kim mira todo apoyada de brazos cruzados al lado de la puerta del motel, mascando chicle de una manera escandalosa. Tiene una bien disimulada sonrisa en los labios, y la mirada puesta en Brian. Jamás le había visto tan agresivo y salvaje, con la respiración acelerada y esa apariencia de lobo a punto de saltar sobre su presa, y le encanta. Le encanta la manera despreciativa en la que mira a su amada chica de ojos verdes. Parece como si fuera a cruzarle la cara de un momento a otro, aunque incluso ella sabe que ni en el momento más extremo Gates le pondría una mano encima a su chica predilecta. Kim alza el tono de voz, atrayendo las miradas de los tres chicos. -No es cierto, yo lo vi todo. Él se lanzó y ella pudo haberse ido, pero se sentó encima de él y le comió la boca con ganas…-  Ríe por lo bajo sarcásticamente, enarca una ceja y clava sus ojos castaños en Brian. -¿Y aun así no le da vergüenza decir que te quiere más que a nada en éste mundo después de haber pasado un muy buen rato con tu mejor amigo...?-  Hace una pompa con el chicle y la muerde, deshinchándola y volviendo a masticar. Parece estar divirtiéndose de verdad con todo.   -Seguro que va a ser una madre increíble, pero yo que tú la alejaría de los vecinos…- Brian entrecierra los ojos y habla cargado de rabia como si fuera un rugido amenazante. -Cierra la boca, Kim…-

Ana mira a Kim tras el hombro de Brian y sin dejar de llorar, habla alzando el tono de voz, loca de rabia, completamente fuera de sí. A decir verdad los dos chicos se quedan impresionados. Incluso la propia Kim se queda impresionada. Jamás habían visto a Ana tan fuera de sus casillas como ahora. -Cierra la puta boca, Kim! ¡Tú no tienes jodida idea de nada, maldita zorra...! Para empezar todo esto es por tu puta culpa. ¡Si no hubieses aparecido, Brian y yo no habríamos tenido ni una sola discusión, y seguro que ahora mismo ya estaríamos en casa...! No eres más que una basura. Un jodido estorbo que Dean recogió de la carretera como la perra abandonada que eres. Eres una arpía, Kim.-  Entrecierra los ojos. -Una auténtica hija de puta. Tú fuiste la que lo arruinó todo. Tú fuiste la causa principal de mis problemas con Brian. Enhorabuena, lo conseguiste. Ahora mismo él me odia, ¿No es lo que querías...? ¡Pues te has salido con la tuya...!-  Todos se quedan en silencio, y la chica de pelo rojo se ve obligada a tragar saliva. Ana clava su mirada en los ojos oscuros de Gates y deja que su voz, ahora en un susurro, se rompa, y que las lágrimas continúen cayéndole por las mejillas. -Lo siento, mi amor. Lo siento muchísimo. Ni siquiera puedes imaginarte lo que me va a costar salir de esto si decides terminar conmigo. Aunque en ese caso supongo que lo entendería. Me he portado como una completa zorra contigo, no te merecías nada de esto, pero me sentía sola. No puedo culparte por lo que ha sucedido, pero lo único que te pido es que reconsideres tu decisión antes de darla por tomada...-

Demasiado cobarde para hacerlo ahora, Brian. Mira a Matt de una manera que casi rompe el alma. En sus ojos oscurísimos hay rabia inundada en lágrimas, y parecen suplicar que le diga que lo que ha hecho con su chica no es real. Demasiado rabioso para hablar. Ni siquiera piensa que ésta haya sido el primer encuentro de ambos, Kim ya le dejó caer que últimamente Matt y su novia hablaban más de la cuenta. Habla con la voz rota, con la mirada clavada en la que ya no sabe si es su chica, aparentando ser fuerte y no estar herido, pero en realidad lo está. Está tan herido que apenas sabe cómo puede hablar, cómo la opresión de su pecho le deja pronunciar una sola palabra. -Si estabas jugando conmigo, lo estabas haciendo bien. No entiendo por qué habéis hecho esto…-  Kim alza de nuevo la voz, caminando con las manos en los bolsillos hasta el grupo de tres. Habla como si no le importara nada en absoluto, pero interrumpe que Brian siga hablando. -Porque se están riendo de ti, Bri, por supuesto…- Se coloca detrás de Brian, como respandándole de algún modo. Le lanza una sonrisa maliciosa a Ana, que tiene sus ojos verdes inundados y parece al borde de un ataque de nervios, segundos antes de volver a hablar. 
-Porque ella es una zorra y él no es tu amigo…-

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